sábado, 3 de diciembre de 2011

Capítulo 2 (Parte 4)

-Como tú has dicho, Elena no está aquí ahora-Verónica sonrió pícaramente-mi casa no está muy lejos, a lo mejor me podrías ayudar con unas cuantas cosas.
Eric abrió los ojos de par en par ¿Cómo le podía estar proponiendo sexo si él tenía novia? Era cierto que Verónica estaba mejor que nunca y ese escote que se había puesto para quedar con él no había pasado por desapercibido, pero no podía hacerle esto a Elena.
-Te tomaba por un hombre valiente, Eric…pensaba que no tenías que dar explicaciones a nadie.
Verónica se separó de él con un gesto de fastidio, aún sabiendo que sus palabras serían decisivas para lo que ocurriría a continuación.
El chico la miro llenó de ira, él era un hombre valiente y no tenía que dar explicaciones a nadie,  por lo que la cogió fuertemente de la cintura y la beso en los labios.
Después de unos instantes, Verónica se separó exhausta por lo que acababa de pasar y eso la gustaba, no sólo estaba consiguiendo lo que quería sino que le iba a dar una lección a Elena.
-Tranquilo, deja toda esa pasión para dentro de un rato-dijo Verónica con un tono muy peculiar en su voz.
Los dos echaron a andar hacía casa de ella, Verónica pensando en la cara que se le quedaría a su enemiga al saber todo lo que iba a pasar esa tarde y Eric considerando que lo que pasará aquella tarde jamás se lo contaría a Elena.
En esa misma tarde, en Neplaxía…
En el palacio real, en uno de los tronos se encontraba el cabecilla de los Pudriels esperando ansioso el informe sobre la princesa desaparecida.
“¿Dónde estará esa niñata?”-se preguntó el jefe de los Pudriels, Damián. No podía estar muy  lejos, si era cierto que diecisiete años daban para mucho pero no para esconder tan bien a una princesa…daría el cante fuera donde fuese.
-Señor, hemos hecho todo lo posible…pero no hemos encontrado nada sobre la princesa.
Carlos, acababa de hacer su aparición en la sala donde se encontraba Damián, que lo observó mientras se levantaba.

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